O COMO LA OBSESION POR EL RECORTE DE COSTES
OBSTACULIZA LA RECUPERACION A NIVEL MICRO.
A
pesar de mi formación, no me considero, ni mucho menos, un economista experto.
Comparto
aquí algunas reflexiones sobre cómo el management, la ciencia de la dirección,
puede ayudarnos a salir del atolladero.
UNA
PROPUESTA PARA AFRONTAR UNA SITUACION ESCALOFRIANTE
La
brutal crisis que padecemos ha servido (únicamente) para recordarnos que, desgraciadamente,
los ciclos económicos existen.
La Economía, definida sabiamente como la ciencia del espejo retrovisor (ningún economista es capaz de anticipar, de predecir nada de lo que va a ocurrir pero todos son capaces de explicar docta y contundentemente lo que ha sucedido), debe afrontar en estos momentos un reto ineludible: estimular a las empresas (enfoque micro), ya que las políticas (enfoque macro) están demostrando una total incapacidad para sacar a la sociedad del profundo y abisal agujero en el que se encuentra.
Mi
propuesta consiste en la definición y puesta en marcha de un conjunto de
iniciativas y herramientas diseñadas a medida del tejido empresarial para que las organizaciones sean capaces de adecuar sus estrategias y estructuras al momento
económico de turno, expansivo o recesivo.
Y,
hoy por hoy, sembrar alguna semilla de optimismo ya que únicamente desde el
pensamiento positivo se puede generar esperanza en la recuperación, en la
vuelta a la prosperidad.
UN NUEVO ENTORNO…
Desde
los inicios de la crisis, las empresas de la totalidad de los sectores se han
sumergido en lo que en macroeconomía se
conoce con el nombre de la “paradoja del recorte de costes”: toda reducción desaforada
de los gastos empresariales, lejos de atemperar las crisis económicas, las
empeora.
Hoy, ahorrar, mejorar la eficiencia
organizativa (esto es, hacer lo mismo con menos) constituye un mandato
ineludible para los directivos, obligados por las circunstancias a descubrir cualquier
fuente de gasto y proceder a su eliminación, en la mayoría de los casos,
irreflexivamente.
En la práctica, esto supone morir matando.
Un momento épico si se quiere, dramático en
realidad.
Recorrer
la senda del ahorro a toda costa no constituye (como se ha demostrado a nivel macro) la solución.
Y,
mucho menos, a nivel micro.
Si
todas las empresas recortan sus costes para mejorar su cuenta de resultados, todo
el mundo (hasta los economistas que por una vez acertamos) puede vaticinar que la situación económica global empeorará.
Recortar
costes implica suprimir empleos o, en el mejor de los casos, reducir salarios,
complementos, desplazamientos e… inversiones.
Si
el desempleo aumenta o los ingresos de las familias disminuyen, las ventas de
las empresas se encogen, puesto que el consumo privado disminuye.
Un
ejemplo de la paradoja: la crisis obliga a
las empresas del sector servicios a revisar sus procesos de atención al cliente
para suprimir gastos superfluos; supresión que hace que el servicio se
deteriore, facilitando la inevitable deserción de los clientes.
Es
decir, la reducción de costes en procesos vinculados a los ingresos (a los
clientes) no sólo no contribuye a mejorar la situación, sino que genera a medio
plazo desempleo.
Se
trata de un círculo vicioso: menos ventas implican menores beneficios, menores
beneficios requiere recortar más costes.
Más
recorte de costes implica menos ingresos para las familias. Y, en consecuencia,
un nuevo descenso en el consumo que minora más todavía las ventas.
Así
indefinidamente, hasta llegar a la plena anorexia de la economía.
…QUE
EXIGE UN NUEVO LIDERAZGO
Las
empresas necesitan de especialistas en disminuir gastos para garantizar la
supervivencia en el momento presente.
Pero
sin caer en el exceso.
Hay
que minorar costes pero sin condenar al olvido filosofías del management que
han contribuido real y contundentemente al éxito empresarial en la ultima
década: la gestión del conocimiento, el cuadro de mando, el marketing
relacional.
La
solución se encuentra en redefinir el modo de
actuar
de los directivos.
Por
lógica, habrán de ser menos arriesgados
y exuberantes que los ejecutivos de moda en el período expansivo
anterior.
Moderados,
calculadores, fríos, duros, infatigables, expertos en descubrir ineficiencias.
Pero
el entorno les exige que sean, sobre todo,
equilibrados: no basta con ahorrar
para sobrevivir en el entorno actual.
Las
empresas deben aprender del pasado y recordar que tan perniciosa resulta la
alegría desorbitada en el gasto como la obsesión compulsiva por el ahorro. Un
ejemplo: la crisis del 93 alumbró la llamada
reingeniería de procesos en cuyo nombre se desarticularon saneadas
empresas para convertirlas en destartaladas
miniorganizaciones. Siempre en nombre del ahorro extremo.
En
resumen, la economía
necesita un nuevo directivo que, con menos recursos a su alcance, generen
más valor.
Para
ello han de disponer de especialistas en el management del ahorro y la
contención del gasto capaces de:
ª Convertir a los empleados en
consultores internos.
Afrontar la crisis requiere mucho más que el talento de un
único directivo genial. Superar la desaceleración económica sólo puede hacerse
desde el trabajo en equipo.
La solución no radica en una idea brillante sino en el
esfuerzo colectivo e integrado de profesionales expertos en su sector y
funciones.
ª Almacenar, modelar y distribuir el conocimiento existente.
Sobrevivir implica saber vivir. Ser capaces de buscarse la
vida.
Para ello hay que
recoger todo lo que nuestra empresa y su gente sabe y sabe hacer. Y,
además, extender esos saberes a todos
los estamentos y niveles.
Esto requiere
escuchar y comprender a los demás.
Esforzarse por aprehender los aciertos de los empleados, modelarlos y ponerlos al
servicio de todos. Nadie se niega a aportar lo mejor de sí mismo, sobre todo,
si es para sobrevivir.
ª Poner por encima de
todo la creatividad, la propia y
la de los equipos.
Crear supone aportar.
Ante la escasez, talento.
En la recesión, sueños de grandeza.
Que pensar no cuesta dinero y, si son muchos los que
piensan, más rápido aparecerá la luz al final del túnel.
De esta forma surgen las posibilidades de mejorar y, por qué
no, de recortar gastos.
ª Generar confianza y sembrar
compromiso.
Los directivos tienen que
crear un futuro común ilusionante, motivador , en el que todos tengan su
sitio.
Para ello, se debe comunicar la verdad de lo que sucede en
la empresa, definir objetivos compartidos, impulsar el esfuerzo colectivo y
comprometerse a compartir lo conseguido.
CONCLUSION
Con estas actuaciones en mi opinión puede superarse la
crisis sin caer en la abrumadora paradoja del recorte de costes.
Porque todos los excesos, también en el ahorro, no son
convenientes. Fijemos un rumbo y no nos desviemos.
Pero no sacrifiquemos todo en el intento.
Ya lo apuntó Séneca: “no existe viento favorable para quién no sabe a dónde se
dirige”.
¿Estáis
de acuerdo?