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Recursos Humanos 3.0
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lunes, 23 de julio de 2012

LA CRISIS EXIGE UN NUEVO ESTILO DE LIDERAZGO


 O COMO LA OBSESION POR EL RECORTE DE COSTES

OBSTACULIZA LA RECUPERACION A NIVEL MICRO.


A pesar de mi formación, no me considero, ni mucho menos, un economista experto.
Comparto aquí algunas reflexiones sobre cómo el management, la ciencia de la dirección, puede ayudarnos a salir del atolladero.

UNA PROPUESTA PARA AFRONTAR UNA SITUACION ESCALOFRIANTE

La brutal crisis que padecemos ha servido (únicamente) para recordarnos que, desgraciadamente, los ciclos económicos existen.

La Economía, definida sabiamente como la ciencia del espejo retrovisor (ningún economista es capaz de anticipar, de predecir  nada de lo que va a ocurrir  pero todos son capaces de explicar docta y contundentemente lo que ha sucedido), debe afrontar en estos momentos un reto ineludible: estimular a las empresas (enfoque micro), ya que las políticas (enfoque macro) están demostrando una   total incapacidad para sacar a la sociedad del profundo y abisal agujero en el que se encuentra.
Mi propuesta consiste en la definición y puesta en marcha de un conjunto de iniciativas y herramientas diseñadas a medida del tejido empresarial  para que las organizaciones  sean capaces de adecuar  sus estrategias y estructuras al momento económico de turno, expansivo o recesivo.
Y, hoy por hoy, sembrar alguna semilla de optimismo ya que únicamente desde el pensamiento positivo se puede generar esperanza en la recuperación, en la vuelta a la prosperidad.

UN NUEVO ENTORNO…


Desde los inicios de la crisis, las empresas de la totalidad de los sectores se han sumergido en lo que en  macroeconomía se conoce con el nombre de la paradoja del recorte de costes: toda reducción desaforada de los gastos empresariales, lejos de atemperar las crisis económicas, las empeora.
Hoy, ahorrar, mejorar la eficiencia organizativa (esto es, hacer lo mismo con menos) constituye un mandato ineludible para los directivos, obligados por las circunstancias a descubrir cualquier fuente de gasto y proceder a su eliminación, en la mayoría de los casos, irreflexivamente.
En la práctica,  esto supone morir matando.
Un momento épico si se quiere, dramático en realidad.
Recorrer la senda del ahorro a toda costa no constituye (como se ha demostrado a nivel macro) la solución.
Y, mucho menos, a nivel micro.

Si todas las empresas recortan sus costes para mejorar su cuenta de resultados, todo el mundo (hasta los economistas que por una vez acertamos)  puede vaticinar que  la situación económica global empeorará.
Recortar costes implica suprimir empleos o, en el mejor de los casos, reducir salarios, complementos, desplazamientos e… inversiones.
Si el desempleo aumenta o los ingresos de las familias disminuyen, las ventas de las empresas se encogen, puesto que el consumo privado disminuye.
Un ejemplo de la paradoja: la crisis obliga a  las empresas del sector servicios  a revisar sus procesos de atención al cliente para suprimir gastos superfluos; supresión que hace que el servicio se deteriore, facilitando la inevitable deserción de los clientes.
Es decir, la reducción de costes en procesos vinculados a los ingresos (a los clientes) no sólo no contribuye a mejorar la situación, sino que genera a medio plazo desempleo.
Se trata de un círculo vicioso: menos ventas implican menores beneficios, menores beneficios requiere recortar más costes.
Más recorte de costes implica menos ingresos para las familias. Y, en consecuencia, un nuevo descenso en el consumo que minora más todavía las ventas.
Así indefinidamente, hasta llegar a la plena anorexia de la economía.

…QUE EXIGE  UN NUEVO LIDERAZGO

Las empresas necesitan de especialistas en disminuir gastos para garantizar la supervivencia en el momento presente.
Pero sin caer en el exceso.
Hay que minorar costes pero sin condenar al olvido filosofías del management que han contribuido real y contundentemente al éxito empresarial en la ultima década: la gestión del conocimiento, el cuadro de mando, el marketing relacional.
La solución se encuentra en redefinir el modo de actuar   de los directivos.

Por lógica, habrán de ser menos arriesgados  y exuberantes que los ejecutivos de moda en el período expansivo anterior.
Moderados, calculadores, fríos, duros, infatigables, expertos en descubrir ineficiencias.
Pero el entorno les exige que sean, sobre todo,  equilibrados: no basta con ahorrar para sobrevivir en el entorno actual. 
Las empresas deben aprender del pasado y recordar que tan perniciosa resulta la alegría desorbitada en el gasto como la obsesión compulsiva por el ahorro. Un ejemplo: la crisis del 93 alumbró la llamada  reingeniería de procesos en cuyo nombre se desarticularon saneadas empresas para convertirlas en destartaladas  miniorganizaciones. Siempre en nombre del  ahorro extremo.
En resumen,  la economía necesita un nuevo directivo que, con menos recursos a su alcance,  generen  más valor.


Para ello han de disponer de especialistas en el management del ahorro y la contención del gasto capaces de:

ª Convertir a los empleados en  consultores internos.
Afrontar la crisis requiere mucho más que el talento de un único directivo genial. Superar la desaceleración económica sólo puede hacerse desde el trabajo en equipo.
La solución no radica en una idea brillante sino en el esfuerzo colectivo e integrado de profesionales expertos en su sector y funciones.
ª Almacenar, modelar y distribuir el conocimiento existente.
Sobrevivir implica saber vivir. Ser capaces de buscarse la vida.
Para ello hay que  recoger todo lo que nuestra empresa y su gente sabe y sabe hacer. Y, además,  extender esos saberes a todos los estamentos y niveles.
Esto requiere  escuchar y comprender a los demás.
Esforzarse por aprehender los aciertos  de los empleados, modelarlos y ponerlos al servicio de todos. Nadie se niega a aportar lo mejor de sí mismo, sobre todo, si es para sobrevivir.
ª Poner por encima de  todo  la creatividad, la propia y la de los equipos.
Crear supone aportar.
Ante la escasez, talento.
En la recesión, sueños de grandeza.
Que pensar no cuesta dinero y, si son muchos los que piensan, más rápido aparecerá la luz al final del túnel.
De esta forma surgen las posibilidades de mejorar y, por qué no, de recortar gastos.
ª Generar confianza y sembrar  compromiso.
Los directivos tienen que  crear un futuro común ilusionante, motivador , en el que todos tengan su sitio.
Para ello, se debe comunicar la verdad de lo que sucede en la empresa, definir objetivos compartidos, impulsar el esfuerzo colectivo y comprometerse a compartir lo conseguido.

CONCLUSION
Orense

Con estas actuaciones en mi opinión puede superarse la crisis sin caer en la abrumadora paradoja del recorte de costes.
Porque todos los excesos, también en el ahorro, no son convenientes. Fijemos un rumbo y no nos desviemos.
Pero no sacrifiquemos todo en el intento.
Ya lo apuntó Séneca:  “no existe viento favorable para quién no sabe a dónde se dirige”.

¿Estáis de acuerdo?